Hay un silencio en el alma que puede
encontrarse con su Dios; ahí se encuentra la fuente de sabiduría, y los que
entran en ella se llenan de luz, sabiduría, amor y poder.
El Silencio no està encerrado en ningún
sitio; no es un lugar rodeado de paredes o de precipicios rocosos, ni guardado
por espada alguna.
Los hombres llevan consigo todo el tiempo
el lugar secreto donde pueden encontrar a su Dios.
No importa donde vivan los hombres, en la
cimas montañosas, en hondos valles, en mercados o en la tranquilidad del hogar,
porque en cualquier momento pueden derribar esa puerta en un segundo y
encontrar el Silencio, la casa de Dios, que está dentro del alma.
Cuando un hombre se retira a un valle o un
camino en la montaña dejan de preocuparle el bullicio de los negocios y las
palabras y pensamientos de los demás.
Y cuando la vida se convierta en peso
difícil de soportar, es mejor ir en busca de un lugar tranquilo para orar y
meditar.
El silencio es el reino de alma y no puede
verse con ojos humanos.
Cuando se está en silencio, puede que
aparezcan formas espectrales por la mente, pero todas subordinadas a la
voluntad, y cuando el alma maestra les habla, desaparecen.
Si deseas encontrar ese silencio de el
alma, debes preparar tú mismo el camino. Sólo los puros corazones pueden entrar
en él.
Y debes apartar toda tensión mental, todas
las preocupaciones materiales, todos los miedos, las dudas y los pensamientos
inquietantes.
Tu voluntad humana debe ser absorbida por la divina; entonces
entrarás en la conciencia de la santidad.
Ahí estarás en el Lugar Santo y verás arder
la llama del Señor sobre el altar vivo.
Y cuando le veas brillar ahí, mira
profundamente el templo de tu propia cabeza y la verás toda encendida.
En todas partes, de la cabeza a los pies,
hay velas, cada una en su lugar, esperando ser encendidas por la antorcha
llameante del amor.
Y cuando veas todas las velas encendidas,
mira y verás con los ojos del alma como corren las aguas de la fuente de la
sabiduría; y podrás beberlas y permanecer en ellas.
Y cuando las cortinas se corran, entrará en
el Lugar más Santo de todos, donde descansa el Arca de Dios, cubierta por el
Trono de Misericordia.
No tengas miedo de levantar la tabla
sagrada; las Tablas de la Ley están escondidas en el Arca.
Cógelas y léelas con cuidado, pues
encierran todos los preceptos y mandamientos que puedan necesitar los hombres
de cualquier época.
Y en el Arca se halla la vara mágica de la
profecía esperando tu mano; es la llave de todas las cosas del presente, el
futuro y el pasado.
Y también encontraras ahí el maná, el pan
escondido de la vida y el que lo coma nunca morirá.
El Querubín ha guardado con cuidado esta
caja de tesoros para cada alma y todos pueden entrar en ella y tener su lugar.
De la Enseñanzas de Jesùs a los magos de Persia