Extracto del discurso de Vandana Shiva, premio Sidney por la Paz
Hay tres niveles de violencia implicados en el desarrollo no
sustentable. El primero es la violencia contra la Tierra, que se expresa
en la crisis ecológica. El segundo es la violencia contra gente, que se
expresa en la pobreza, la indigencia y el desplazamiento. El tercero es
la violencia de la guerra y el conflicto, cuando los poderosos echan
mano a los recursos que están en otras comunidades y países para
satisfacer su apetito que no tiene límites.
Cuando cada aspecto de la vida es comercializado, vivir se hace más
caro, y la gente se empobrece, incluso si ganan más de un dólar al día.
Por otra parte, la gente puede ser rica en términos materiales, incluso
sin economía monetaria, si tienen acceso a la tierra, si los suelos son
fértiles, si los ríos están limpios, su cultura es rica y mantiene la
tradición de construir casas y prendas bonitas, buena comida, y hay
cohesión social, solidaridad y espíritu comunitario.
La ascensión del dominio del mercado, y de la moneda en tanto que
capital producido por el hombre, a la posición de principio superior
organizativo de la sociedad y única forma de cuantificar nuestro
bienestar ha llevado al debilitamiento de los procesos que mantienen y
sostienen la vida en la naturaleza y la sociedad.
Entre más ricos nos hacemos, somos ecológica y culturalmente más
pobres. El aumento en el bienestar económico, medido en dinero, lleva al
aumento de la pobreza en los aspectos material, cultural, ecológico y
espiritual.
La verdadera moneda de la vida es la vida misma, este punto de vista
lleva a varias preguntas: ¿cómo nos miramos a nosotros mismos en este
mundo? ¿Para qué están los seres humanos? Y ¿somos simplemente una
máquina de hacer dinero devoradora de recursos? O ¿tenemos un propósito
más elevado, un fin superior?
Creo que la “Democracia Terráquea” nos permite imaginar y crear
democracias vivientes basadas en el valor intrínseco de todas las
especias, de todos los pueblos, de todas las culturas –un reparto justo y
equitativo de los recursos vitales de esta Tierra, un reparto de las
decisiones sobre el uso de los recursos de la Tierra.
La “Democracia Terráquea” protege los procesos ecológicos que
mantienen la vida y los derechos humanos fundamentales que son la base
del derecho a la vida, incluyendo el derecho al agua, la alimentación,
la salud, la educación, el trabajo y el sustento.
Tenemos que escoger. ¿Obedeceremos las leyes de mercado de la codicia
corporativa o las leyes de la Madre Tierra para mantener los
ecosistemas terrestres y la diversidad de los seres vivos?
Las necesidades en alimentación y agua de la gente sólo pueden satisfacerse si se protege la capacidad de la naturaleza para producir alimentos y agua. Suelos y ríos muertos no dan alimento ni agua. Por ello, defender los derechos de la Madre Tierra es el más importante de los derechos humanos y de las luchas por la justicia social. Es el más amplio movimiento pacifista de nuestra época.
Las necesidades en alimentación y agua de la gente sólo pueden satisfacerse si se protege la capacidad de la naturaleza para producir alimentos y agua. Suelos y ríos muertos no dan alimento ni agua. Por ello, defender los derechos de la Madre Tierra es el más importante de los derechos humanos y de las luchas por la justicia social. Es el más amplio movimiento pacifista de nuestra época.