Recordar que somos almas,
que somos inmortales y que existimos
siempre en un vasto mar de energía es la clave para llegar a la alegría y a la
felicidad.
En ese mar energético, toda una serie de
espíritus que están para ayudarnos nos conducen por el sendero de nuestro
destino, nuestro viaje evolutivo hacia la conciencia de Dios.
No competimos con ninguna otra alma:
nosotros tenemos nuestro sendero y ellos el suyo.
No se trata de una carrera, sino de un
viaje que emprendemos juntos hacia la luz de la conciencia.
Las almas que han progresado o evolucionado
más tienden una mano con amor y compasión a las que se han quedado atrás.
La última alma que completa su trayecto no
vale menos que la primera.
Todo es crecimiento y aprendizaje, un
crecimiento continúo.
El cuerpo no es más que un vehículo que
utilizamos mientras estamos aquí.
Lo que perdura eternamente es el alma y el
espíritu.
Brian Weiss