La flexibilidad es la única respuesta
válida frente a
cualquier cambio. Ser flexible es observar
una nueva
situación y actuar de acuerdo a ella: ¿Tu
vuelo no salió?
¿La casa que deseabas comprar ya se vendió?
¿Tu
relación ya terminó? No culpes a nadie, no
te resistas, no
te arrepientas, sólo practica la aceptación
con paciencia
(¡no se trata de resignación!). Acepta que
las cosas no
siempre salen como quieres; y todo al final
resultará
mejor.
El no ser flexible también es fruto de
creencias que,
por una razón u otra, no han sido revisadas
durante
mucho tiempo. Ante un cambio de vivencias,
experiencias e ideas, simplemente, sigue
fluyendo. El
agua del río no se estanca frente a la
roca, sólo la abraza,
la sobrepasa, y continúa su rumbo hacia el
mar.
Siempre existe un camino alternativo;
cuando veas un
desvío en la carretera: DETENTE, es un
aviso, toma un
respiro y relájate. Posiblemente la
decisión de cambiar el
rumbo sea la más idónea para ti, aunque ni
tú mismo lo
creas.
¿Qué es más flexible: un frágil bambú o un
fuerte
roble? Cuenta un proverbio chino que el
frágil bambú es
más resistente a los vientos huracanados
(cuanto más
viento, más se dobla), que un gran roble
(cuya rigidez
acaba con su vida), no por lo fuerte, sino
por lo
inflexible.
Extracto de "Los Ciclos del Alma"- Sharon M. Koenig