Cada uno tiene en sus manos
la posibilidad de ayudar a construir un mundo más cristalino.
Esté donde esté. Tenga la edad que tenga. Viva como
viva. Sepa que puede cambiar su mundo. Puede transformar su realidad.
La magia interna existe. Modificar el rumbo sólo requiere de una
simple cuestión de actitud que abre las puertas a una nueva percepción
sobre la vida. La felicidad y la alegría dicen presente si uno
se anima a fluir con la existencia, si uno tiene la osadía de abrir
su corazón. Somos responsables de nuestros actos. Ningún
mortal puede arrebatarnos el derecho de volar hacia la luz y de co-crear
un mundo más humano, sensible y armónico, donde el sentir
no sea una utopía y el amor reine para siempre.
No sería novedad que algunos de los que lean estas líneas
me crean un desquiciado, al que sería bueno internar. Así
es como piensan los muertos. ¿Qué muertos? Los que tienen
sus mentes encofradas en la codicia y no dejan que sus corazones florezcan.
Es cierto que usted los ve desenvolverse dentro de la sociedad, ocupando
diferentes roles y actividades, pero no se deje engañar... están
muertos. Son cuerpos que caminan, respirando inconciencia, hacia una tumba
que les dará la ilusión de que han vivido.
Los muertos en vida son fáciles de identificar. Viven aparentando.
Aparentan amar, aparentan ser felices, aparentan vivir, aparentan saber,
aparentan disfrutar. Sólo aparentan. Palabras como acumular, estatus,
poder, dinero y prestigio son una constante en sus bocas rígidas,
que ya no recuerdan cómo era sonreír. Ellos son los maestros
de la confusión. Son los que nos quieren hacer cree que no es más
feliz el que menos necesita, sino el que más tiene. Muertos son
también los que abusan del alcohol y de las drogas para sentirse
vivos. Los que explotan a los demás para creerse importantes. Los
que hacen de su imagen un culto. Los que no se animan a vivir su propia
vida. Los que le temen al cambio. Los que no se animan a crecer. Muertos.
Están muertos.
Morir puede que parezca una cuestión que está relacionada
con el tiempo, sin embargo es más que nada una actitud hacia la
vida. La clave está en poder sentir, pero para eso hay que dar
un paso previo: abrir el corazón. Si lo logra, si se permite sentir,
su percepción del mundo cambiará. Nacerá de nuevo.
La vida estallará en mil colores, aromas y sonidos. Verá
la divinidad manifestarse en todos y en todo. Su ser interno danzará
dentro de un mar de inexplicables sensaciones nuevas. Conocerá
la dicha de estar vivo. La bienaventuranza besará sus labios.
Es cierto que desde el punto de vista objetivo usted seguirá
inmerso en la misma realidad. Las paredes de su casa serán las
mismas, tendrá los mismos vecinos, continuará conduciendo
el mismo auto, etc; la diferencia estará dentro suyo. Usted ya
no será el mismo. Verá con ojos nuevos. Obtendrá
profundidad y sensibilidad. Su mundo se vestirá de fiesta. Será
una celebración constante, porque aprenderá a reconocer
cuáles son las cosas que verdaderamente importan. Se sentirá
un privilegiado.
Puede que parezca simple, pero sentir no es tan sencillo como parece.
La coraza interna que en su momento fue funcional, porque nos ayudó
a no sufrir y a soportar los golpes del destino, asfixia cuando uno intenta
dar los primeros pasos de apertura. Recién ahí, uno toma
verdadera conciencia del grosor de la armadura y reconoce que para sentir
hay que tener la valentía de volverse vulnerable.
No existen fórmulas matemáticas para el desarme. Sólo
puedo sugerirle que apague el ruido de su mente. Escuche. Hay una voz
en su interior que le implora que cambie. No tema. Nunca es tarde. Déjese
guiar por la intuición. Abandone la vergüenza. Acabe con la
monotonía. Trascienda la rutina. Acérquese a un árbol,
abrácelo. Huela una flor. Contemple un atardecer. Exprese sus sentimientos.
Sea agradecido. Comparta. Disfrute. Libere sus emociones. Cante. Haga
ejercicios. Expanda su luz. Deje que su imaginación despegue. Pinte.
Haga lo que sienta, sin importar si lo critican. No puede darse el lujo
de pasar por esta vida sin sentir.
A veces consideramos que al mundo lo hacen los otros, que la realidad
es algo que se mira por televisión, porque nuestros trabajos no
son significativos y nuestras acciones parecen irrelevantes. Mentiras.
Simples creencias. Todos somos los constructores de esta realidad.
Gestos, palabras, actos, miradas, hechos, pensamientos… cada paso
que damos construye, y muchas veces destruye. Por eso, vuélvase
consciente. Despierte. Abra su corazón. Sienta por primera vez.
Viva. Su mundo puede cambiar.
Julio Andrès Pagano