La mayoría equipara la
felicidad con conseguir el objeto de su
apego, y no quiere saber que la felicidad está
precisamente en
la ausencia de los apegos, y en no estar sometido al poder
de ninguna persona o
cosa.
Si buscas ser feliz,
procura no perseguir tus deseos, porque
ellos no son respuesta para tu vida.
Para ser feliz, abandona
tus deseos o transfórmalos,
entendiendo preferentemente su limitado valor.
La realización de los
deseos trae alivio y bienestar, no felicidad.
La raíz de todo
sufrimiento es el apegarse, el apoderarse.
Apegarse no es más que proyectar el ego, el “mío” sobre
alguna
cosa. Tan pronto como proyectas el yo en algo, el apego se instala.
Cuando retiramos
lentamente las palabras "yo, mío, a mí" de
nuestras propiedades,
campos,ropas, sociedad,
congregación,
país, religión, de nuestro cuerpo, de nuestra personalidad,
el resultado es
liberación, libertad.
Cuando no hay yo, las cosas son lo que son.
Dejas que la vida sea
vida.
El no cumplimiento de tus
deseos no te hace infeliz.
Si comprendieses tus
deberes, apegos, atracciones, obsesiones,
predilecciones, inclinaciones, y si te desprendieses de
todo eso,
el amor aparecería.
Haz una lista de tantos
deseos como seaposible, de tantos
problemas como sea posible.
¿Dónde encaja Dios y la
búsqueda de Él en la lista?
Examina esos deseos uno
por uno y pregúntate: "¿No sería
maravilloso
que yo pudiese ser feliz, se realizasen o no
esos deseos?"
El gran enemigo de la
paz: un corazón apegado, endurecido y egoísta.
Anthony de Mello