El hombre posee un ser
independiente del tiempo que, desde luego, tiene que ser realizado y asumido
conscientemente en el transcurso del tiempo.
A este modelo interior se
llama el ser. La trayectoria vital del individuo es el camino que debe recorrer
hasta encontrar este ser que es símbolo del todo.
El hombre necesita
«tiempo» para encontrar esta totalidad, y, no
obstante, está ahí desde el
principio.
Precisamente aquí reside
la ilusión del tiempo: el individuo necesita tiempo para encontrar lo que
siempre ha sido.
Llamamos a este proceso
«evolución». La evolución es la realización consciente de un modelo que ha
existido siempre (es decir, intemporal).
En este camino hacia el
conocimiento de uno mismo, continuamente surgen obstáculos y espejismos
o—dicho de otro modo—uno
no puede o no quiere ver una parte determinada del modelo.
A estos aspectos no
asumidos, los llamamos la «sombra». La sombra denota su presencia y se realiza
por medio del síntoma de la enfermedad.
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La conciencia humana es
polar. Esto, por un lado, nos da discernimiento y, por otro, nos hace
incompletos e imperfectos.
Cuando el ser humano está
enfermo, la enfermedad es expresión de su imperfección y, en la polaridad, es
inevitable.
La enfermedad del ser
humano se manifiesta por síntomas. Los síntomas son partes de la sombra de la
conciencia que se precipitan en la materia.
El ser humano es un
microcosmos que lleva latentes en su conciencia todos los principios del
macrocosmos. Dado que el hombre, a causa de su facultad de decisión, sólo se
identifica con la mitad de principios, la otra mitad pasa a la sombra y se
sustrae a la conciencia del hombre.
Un principio no vivido
conscientemente se procura su justificación de existencia y de vida a través
del síntoma corporal. En el síntoma el ser humano tiene que vivir y realizar
aquello que en realidad no quería vivir. Así pues, los síntomas compensan todas
las unilateralidades.
¡El síntoma hace sincero
al ser humano!
En el síntoma el ser
humano tiene aquello que le falta en la conciencia.
La curación sólo es
posible cuando el ser humano asume la parte de la sombra que el síntoma
encierra. Cuando el ser humano ha encontrado lo que le faltaba, huelgan los
síntomas.
La curación apunta a la
consecución de la plenitud y la unidad. El hombre está curado cuando encuentra
su verdadero ser y se unifica con todo lo que es.
La enfermedad obliga al
ser humano a no abandonar el camino de
la unidad, por ello la enfermedad es el camino de la perfecciòn.
Extracto de "La Enfermedad como Camino"- Thorwald Dethlefsen y Rudiger Dahlke