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miércoles, 9 de enero de 2013

LAS RESPUESTAS DE TU CUERPO





Hace algunos años, un científico japonés, el Doctor Masaru Emoto demostró de qué manera el agua es sensible a los pensamientos, a las intenciones y a las vibraciones.



El agua extraída de las fuentes de agua bendita, agua de una cascada, agua expuesta a palabras de amor, a la música de Mozart o a grupos de oración daba como resultado hermosos cristales hexagonales; mientras que el agua de un charco o expuesta a palabras de odio o a la música con sonidos perturbadores arrojaba formas inconexas y desagradables. Fue sencillo llegar a la conclusión de que las vibraciones (o sea la energía que emana de ti cuando tienes un impulso, un deseo o un pensamiento), intenciones o pensamientos influían en el agua de manera positiva o negativa, ya que permitían la creación de cristales hermosos o formas desagradables a simple vista.

Entonces se hizo una pregunta importante: “Si nuestro cuerpo está formado por un 65% de agua ¿Le estamos haciendo daño cuando pensamos de cualquier modo?” Por supuesto que sí porque crearemos cristales feos o sea células débiles. Me he permitido interpretar la formación de hermosos cristales en el agua, con células trabajando armónicamente en el cuerpo; estos bellos cristales son un símbolo de la actividad que tiene lugar en el ser humano cuando la mente realiza cambios significativos en sus procesos cotidianos, cuando modifica su diálogo consigo misma y por supuesto cuando recupera su poder interior.
Cada vez que traes algo o alguien a tu mente, extiendes un cordón energético lo suficientemente fuerte y elástico como para que no se rompa durante el proceso. Este cordón transporta tus intenciones, ideas, pensamientos y por lo tanto contiene tu energía vital. Es así como te conectas con los demás seres humanos, animales, plantas, objetos o lugares; así es como se desarrolla la telepatía, que es la transmisión consciente del pensamiento de una persona hacia otra; es por esto que conformamos una inmensa red humana que crea situaciones, condiciones, objetos o vida a nivel individual y colectivo por medio de nuestros pensamientos y emociones.
Esto quiere decir que no trabajas aisladamente, en ningún momento estás sola cuando haces una oración; cada vez que haces una plegaria te unes a todos los seres que están en la misma frecuencia que tú, así mismo sucede cuando meditas porque te unes energéticamente a todas aquellas personas que están meditando, añadiéndole más poder y más conciencia a tus peticiones o agradecimientos.



El nuevo tiempo abre muchas más opciones para descubrirte y para conocer tu conciencia, porque te permite establecer en dónde se encuentra la verdadera nutrición, cómo sanar desde tus raíces, te permite aprender cómo funcionas realmente para que no te engañes con las creencias o mitos con los que creciste. Una vez que conoces el poder de las palabras en tu espíritu o en tu cuerpo, monitoreas lo que sientes, lo que expresas y vigilas tu mente de tal manera que no divague y se pierda entre temores o angustias.
La pronunciación de las palabras sanadoras (Lo siento, Perdòname, Gracias, Te Amo) va más allá de tu sistema de creencias. Sea cual sea la doctrina religiosa que profesas o tus dogmas, existen en tu ser, 7 centros de energía, 7 puntos vitales que te conectan con la energía universal y que trabajan en coordinación con tus pensamientos, recibiendo y enviando información en forma de energía que es lo que finalmente incide en tu salud física y mental. Estos centros o vórtices de energía reciben diferentes nombres y aunque no podamos verlos, su existencia está más que comprobada desde tiempos inmemoriales. Cada intención, pensamiento y palabra pronunciada, beneficia o altera su funcionamiento, generando sensaciones inequívocas de que la energía en tu cuerpo ha sido restaurada o interrumpida, es por eso que puedes llegar a sentirte en perfectas condiciones o muy enferma, muy tranquila o demasiado agitada...

Extractos de “4 Palabras que Curan” Vivi Cervera