La vida en sí es una elección consciente.
Cuando fallecemos, dejamos este cuerpo y en el mejor de los
casos, tomamos la elección consciente de ir a donde fija el camino de vuelta:
por el cordón de plata que se desprende, el túnel muestra la salida que está en
la quinta dimensión. Allí asistimos con el traje de nuestro espíritu al
Banquete del Arco Iris. Algunos luminosos y sonrientes pueden compartir con
todos, pues en el juicio han salido aprobados. En su propio juicio han dejado
las penas del resentimiento, las apretadas oscuridades de la venganza. Las
ropas mojadas de llanto por lo que fue, por lo que no fue, por lo que debió
ser.
¿Qué es el perdón? Está inscripto en el libro de nuestras
vidas como una energía de aprobación para nosotros mismos. El libro de la vida
de cada uno se escribe en muchas dimensiones: 3D (o tercera dimensión, donde
nos vemos como cuerpos con alto, largo y ancho) y en otras.’ Lo que ates en la
tierra, se ata en el cielo’ y lo que soltamos en la tierra, se desata también
en el cielo.
Es de naturaleza trascendente: lo que no soltamos nosotros
se inscribe en nuestro libro y se manifiesta como enfermedades: en los huesos
principalmente, pero también puede traernos este mensaje de error a través de
otras enfermedades, que lejos de dañar al otro, deterioran nuestra calidad de
vida.
Cuando el problema es grande, afecta hasta la energía del
ADN y lo traspasamos a los próximos, que acompañan nuestros sufrires y a los
descendientes.
Como toda enfermedad, se cura cuando se llega a la raíz del
asunto, no es cuestión de otorgarlo pensando en el otro, en ceder a una presión
social o cultural. Se vuelve una cuestión de la familia de almas, porque está
inscripto en el libro de la vida de las familias, lo que escriben solo los
ángeles custodios de cada uno. Solo se accede para borrarlo pidiéndolo en forma
trascendente, involucrando la ayuda de estos hermanos mayores. En forma
voluntaria, en forma consciente de ida y vuelta ya que a quien otorgamos el
perdón, le dimos entrada en nuestra vida, algo también le debemos.
El perdón influye:
En lo material: Cuando soltamos lo viejo, abrimos el camino
a nuevas energías. Cuando los ambientes, las emociones, los pensamientos están
CARGADOS de cosas y situaciones viejas, lo nuevo no tiene lugar. El resentir es
contrario a la prosperidad porque ella necesita incorporar bienes materiales y
espirituales. La venganza, la falta de perdón, el resentimiento, son contrarios
a esta apertura.
Si deseamos la prosperidad debemos comprender que lo que
debemos a otros frena nuestro progreso auténtico en muchos sentidos. Es el
‘debe’ que se inscribe y forma parte de la famosa frase que dice:”la riqueza es
contraria al resentimiento”. Con la imagen de un Ángel de Luz en el juicio
personal, el alma se presenta. Un gran libro con hojas extensas aparece
suspendido frente a Él. Sus ojos leen, las hojas dan vueltas y con su mano
extrae monedas de un ánfora llena y las arroja a una vacía, como intentando
completarla. Pasan su comprensión, dada por la inteligencia y otras virtudes y
dones, talentos y condiciones, buenas oportunidades incluso de elección.
Pobre texto en el libro de la vida, incluyen los que no
alcanzan a dar el perdón.
En lo espiritual: el avance como espíritus incorporados al
planeta, viviendo en la 3D o tercera dimensión, implica conseguir la gloria. La
gloria es el vivir lo meritorio que alcanzamos. Cosecharás tu siembra es
literal en la vivencia de experiencias fortalecedoras del entusiasmo (seguir el
espíritu de Dios) o bien el soplo de Dios, el prana en acción, respirar la
vida. Mientras que resentir es un impulso de muerte. El espíritu fija el límite
del pensamiento. De la comprensión. Cuando el pensamiento a su vez es
machacante, recalcitrante sobre lo mismo que es motivo de dolor, indica un
tope, un límite buscado y logrado. Un hito que recordamos para no pasar más
adelante, para no avanzar. El que quiere avanzar debe soltar la carga que lo
tironea hacia el pasado. El viaje hacia el interior, es un viaje que no resiste
pesados equipajes.
En lo mental: la atmósfera de los pensamientos siguen
llamando desde el dolor a toda experiencia que formemos. El repiqueteo de la
gota horada la roca más que un chorro de agua de mayor volumen, pero que pronto
se evapora. Nos encontramos en la vida con muchas situaciones difíciles,
inesperadas, pero que podemos pasar. El perdón tiene que ver con la comprensión
de lo vivido, de los demás. Lo que no perdonamos es como el estorbo que no
removemos, que molesta de momento pero termina lastimando. La herida que no
cierra. Muchas veces porque no la exponemos suficientemente al aire.
Heridas emocionales y físicas naturalmente tienden a
cerrarse. Si voluntariamente abortamos ese proceso no podemos esperar una
evolución favorable sino lo contrario. Cultivando buenos pensamientos es como
creamos sentimientos positivos.
En lo anímico: Muchas veces una sensación de importancia
personal acompaña al hecho de no desear que se vaya algo que nos parece
suficiente para llamar la atención. Captamos el interés de otros que sabiendo
de esas heridas o viéndolas aparecer o sintiendo que hieden, desean ayudarnos a
superarlas. Las víctimas o los que tienen una identificación con el ‘pobre de
mí’ insisten en mantener ese papel, no les molesta tanto soportar el dolor,
estar conceptuados de actuaciones de cuarta, de perder público, amigos o seres
queridos. Su retribución más grande está en escucharse desde dentro
representando al personaje humillado, sometido, ofendido, herido, etc., etc.
En lo álmico: Hay sabor en las almas.
Están las almas dulces, de los que hacen el
bien y tienen comportamientos que consuelan, calman, alegran o comparten con
los otros los trabajos comprometiéndose de buena onda. Hay almas amargas que
dejaron criar el resentimiento.
En el tiempo: la importancia del ritmo es a nuestras almas,
como la constancia para generar con acciones repetidas, ya sea la virtud si son
positivas o bien el vicio, si son negativas. Resentimiento dice: siento varias
veces lo mismo, con lo cual no vivo en el aquí y el ahora, premisa básica para
la incorporación de nuevas experiencias, de adaptación al entorno, tan preciado
para la salud mental.
En el campo energético del planeta: nos cuesta pensarnos
como masas de agua pensantes. Así como las salamandras son entidades o seres de
fuego con voluntad. Somos en idéntica proporción al planeta que nos alberga: 75
% líquido. Cuando el aire pasa por nuestro interior, se impregna de nuestras
intenciones y la carga energética de nuestros pensamientos. Nuestra aura, el
campo energético que nos rodea se renueva en el asqueroso olor del veneno que
reproduce el que resiente recalcitrante todo el tiempo la misma letanía. Esto
es así como el viento que trae a la orilla el olor del mar al impregnarse y
levantar partículas de agua y sal.
En el plan divino: La justicia divina enseña a perdonar a
todos. Es la Misericordia divina. Muchas veces nos reencontramos con lo que
debemos desatar en experiencias semejantes. Cuando la frase ‘escupió para
arriba’ nos ilumina en la experiencia ajena, nos indica igual que otras de
otras culturas ‘no se debe criticar a otro sin haber estado en sus mocasines’
que la experiencia puede todavía alcanzarnos a nosotros. Sobre todo cuando hace
resonancia en nuestra aura. Dios no juzga a nadie. Nos manda solo energía y
Luz. Somos nosotros mismos los que nos desaprobamos, pues es nuestra propia
vara con la que nos medimos (según las enseñanzas de los maestros de la
espiritualidad). El plan de Dios es Amor. Nuestro voluntario plan es volver a
la casa del padre, luminosos y en amor. Cuando reencontramos el camino, es
cuando tratamos de ser radiantes y vivir en paz con los otros que en niveles de
comprensión diferentes, colaboraron con nosotros haciéndonos vivir experiencias
que nos distrajeron del camino y necesitaron la sanación de ambos con el
PERDON. De esta manera también conocemos la justicia, la misericordia y la
salud de superar la prueba auto convocada, desde tiempos álmicos donde la
autodeterminación de nuestra hoja de ruta, y el libre albedrío eligieron la
misión, el desafío y toda nuestra vida.
Si buscamos acompañar a nuestros seres queridos como guías
de la familia: Un guía es el que se ha adelantado en el camino, conociéndolo, se
acerca a los caminantes de 3D y les sugiere, les inspira el sendero más corto,
el más seguro y confiable, pues los quiere a todos juntos y alegres. Ha pasado sus
pruebas ha dado y recibido el perdón y conociendo la importancia de esa
fragancia en el alma como un hábil publicista, insiste en que la consigan.
Si deseamos emprender el camino espiritual: tomemos en
cuenta que la mochila llena de negatividades (entre las que la falta de perdón
es de las más pesadas) es el obstáculo de las nuevas enseñanzas. Cuando somos
niños nos afectan cosas que nos parecen demasiado grandes como para removerlas
del camino. Continuamos caminando sin saber que no avanzamos, estamos siempre
dando vueltas alrededor del mismo escollo. Si queremos despertar nuestra consciencia,
lo primero será traer nuestros miedos y temores, ofensas y rencores delante
nuestro y saber si los podemos analizar desde otra perspectiva. Si los podemos
enfrentar y despedirlos sin destrozar ni destrozarnos hemos crecido lo
suficiente para cerrar esos capítulos con una conclusión satisfactoria.
Si queremos alejarnos del nivel que transita otra persona:
lo primero que debemos hacer es que pase al plano de los que no están en la
lista de deudores ni de amigos. Para ello es necesario entregarles el perdón,
sacarles la importancia y el poder que tienen sobre nosotros pues se los damos
cuando pensamos que pueden lastimarnos. La gente que está en nuestra vida es
porque tiene cosas que compartir aún con nosotros o mensajes que aún no nos
entrega, es un maestro un compañero o un obstáculo que comprometido con el plan
de creación de nuestra vida llamamos a actuar. Cuando llamamos maestro a uno
que nos hace doler, sabemos que tenemos el poder de aprender lo que nos quiere
mostrar. Despedirlo con amor es una prerrogativa del crecimiento espiritual en
el camino verdadero: el del Amor.
¿Por qué dar o pedir el perdón? otorgar el perdón por la
ofensa, dar las gracias por la enseñanza que trajo a nuestras vidas y pedir
perdón porque los hicimos participar en esto ya que creamos la situación con
nuestra mente. También perdón porque en el reparto de roles en nuestra vida,
los trajimos a escena como nuestra sombra y cada vez que los evocamos, los
lastimamos también colgándoles cargas de críticas de culpas merecidas o
inmerecidas pero siempre deformados.
Instructivo para redactar una carta de perdón:
* indiquemos a quien queremos perdonar,
* la razón por la que nos afectó.
*el pedido a nuestro ángel custodio, a la persona espiritual
a quien encargamos esta tramitación.
*que se inscriba en el libro de la vida personal y la
familia que lo otorgamos y pedimos perdón a quien nos ofendió o nos hizo daño o
mal.
* Agradecemos a ese ser de Luz, lo llamamos y quemamos la
carta. (El fuego transforma el papel o la sustancia material en componentes más
sutiles: luz y calor.).
Evitamos conscientemente resentir..
Ana Cabezas