Jesús fue a visitar la casa de María
Magdalena. María estaba profundamente enamorada. Vertió perfumes preciosos, muy
preciosos, en sus pies; el frasco entero. Era extraño, pues ella podría haberlo
vendido. Judas se opuso de inmediato y dijo: "deberías prohibirle a las
personas que hagan esas tonterías. Es todo un desperdicio; en la ciudad hay
personas que son pobres y que no tienen nada para comer. Podríamos haber distribuido
el dinero a los pobres".
¿Qué dijo Jesús? "No te preocupes. Los pobres y los
hambrientos siempre estarán aquí, pero yo me habré ido. Tú podrás servirles
siempre; no hay prisa, pero yo me habré ido. Mira el amor, no el perfume
precioso. Mira el amor de María, mira su corazón".
Judas está hablando de los pobres y Jesús
simplemente dice: "Está bien. Me iré pronto, así que ella me reciba como
quiera. Deja que su corazón haga lo que ella quiera y no impongas tu filosofía.
Los pobres siempre están ahí, pero yo no estaré aquí por siempre. Solamente
estaré por muy poco tiempo".
Jesús estaba más preocupado por el amor de
María, de la mujer. Era una cosa tan profunda que evitar que ella lo hiciera
sería herir su amor; ella se reduciría a sí misma.
Verter el perfume en sus pies fue sólo un
gesto. En el fondo, María Magdalena estaba diciendo: "Me gustaría verter
todo el mundo en tus pies. Esto es todo lo que tengo; lo más precioso. No sería
suficiente con verter agua, es demasiado barata. Esto es lo más precioso que
tengo, pero incluso esto no es nada. Quisiera verter mi corazón, quisiera
verter todo mi ser..."
Pero Judas no vio esto.Era completamente
ciego ante la mujer y su corazón. El perfume parecía demasiado valioso y el
amor era completamente desconocido para él. El amor estaba allí. Lo inmaterial
estaba allí y también lo material. Lo material es el perfume, lo inmaterial es
el amor. Pero Judas no podía ver lo inmaterial; necesitas los ojos de la
conciencia para hacerlo".
“Palabras de fuego. Reflexiones sobre Jesús
de Nazaret”- Osho