Te agradezco Padre Celestial, porque me has
colocado en una fuente de arroyos fluidos,
en un manantial de vida en una
tierra de sequía, irrigando un jardín eterno de prodigios;
el Arbol de la Vida,
misterio de misterios, que extiende sus ramas infinitamente, pues,
el plantío
eterno sumerge sus raíces en el arroyo de vida de una fuente eterna.
Y Tu,
Padre Celestial, proteges sus frutos con los ángeles del Día y de la Noche
y
con llamas de Luz eterna ardiendo por doquier.
He alcanzado la visión interna y a través
de Tu
espíritu en mi he oído Tu secreto
maravilloso.
A través de Tu mística mirada has hecho que
una
Fuente de conocimiento more dentro de mi,
una
fuente de poder, fluyendo aguas de vida.
Una abundancia de amor y de sabiduría
abrazadora
como el esplendor de la Luz Eterna.
Extracto del Libro Esenio de las Revelaciones