La importancia de escuchar a los demás es
algo que siempre han comprendido las personas de alto nivel espiritual.
Indiferentemente que la gente esté en lo correcto o no, tenemos la
responsabilidad de escucharlos. Si no cumplimos con esta responsabilidad, ¿cómo
podemos esperar que los demás nos escuchen?
Había un gran sabio que, al final de sus
días, estaba tan enfermo y débil que sólo podía susurrar. Sin embargo, continuó
instruyendo a sus estudiantes, quienes se sentaban muy cerca de él. Un maestro
de su localidad fue a observar esto. Vio al gran sabio susurrando, a veces
durante horas, mientras sus estudiantes se inclinaban para acercarse a
escuchar.
"No entiendo", le dijo el maestro
a uno de los estudiantes. "En mi templo, si hablo más de 30 minutos,
quieren sacarme del púlpito. ¡Ustedes no sólo escuchan a su maestro por muchas
horas, sino que lo escuchan a pesar del hecho de que apenas puede
hablar!".
"Escuchamos atentamente y por mucho
tiempo", le contestó el estudiante, "porque sabemos que si uno de
nosotros tuviera que hablar con nuestro maestro y tuviéramos que susurrar, él
se inclinaría a escuchar lo que tenemos que decir por tanto tiempo como fuera
necesario".
Si queremos alcanzar un nivel donde seamos
escuchados, entonces enfoquémonos en escuchar cuidadosamente a los demás.
Cuando abrimos nuestros oídos, abrimos
nuestros corazones para verdaderamente relacionarnos con los demás.
Todo lo mejor,
Yehuda Berg